sábado, 2 de mayo de 2009

EL NIÑO AL QUE LE PRESTABAN LA MEMORIA.

 

 

Él podía explicar lo que le sucedía con claridad; pero a pesar de los esfuerzos no podíamos darle respuestas que lo ayudasen con su problema.

A Iván lo abandonaba su memoria; minuto a minuto le jugaba esta mala pasada descaradamente.

Él podía recordar lo que le contaban pero no lo que entraba por sus ojos.

Encuentro tras encuentro sostenía su tierna mirada, que sin mencionar palabra hacía preguntas.

Transmitía una mezcla de resignación y desconcierto ya que su pensamiento le escondía los recuerdos y sólo podía sostenerse en la “memoria que le prestaban”.

Su madre se ocupaba de traducirle el mundo hacia el único sentido que le posibilitaba incorporarlo.

 

No podría decir aún hoy, si era consciente de lo difícil que fue su historia.

 

Producto de una relación ocasional de Verano en Tucumán*, ni siquiera la que lo trajo al mundo recordaba el rostro ni conocía el nombre del padre.

 

Se gestó oculto, como si su existencia fuese un hecho clandestino.

Nació con sífilis* y estuvo al borde de la muerte. Pero por algún motivo del karma, superó la adversidad del dolor físico y soportó todos los químicos que introdujeron en su pequeño e indefenso cuerpecito y sobrevivió.

Pasó los primeros tiempos de su vida durmiendo en el piso, que fue su única cuna, junto a su madre; también enferma, a quién le daban los alimentos en un azucarero* viejo porque temían al contagio.

 

 

A estas alturas de las circunstancias Sofía, su madre, ya mostraba los signos de su padecimiento incurable en un cuerpo dolorido y envejecido prematuramente.

Sin embargo, por esas vueltas de la vida, ella logró rehacer su vida de pareja y se unió a un “buen Samaritano”, practicante de no sé qué religión, con quien tuvo un par de hijos más.

 

*Tucumán: Provincia de la Argentina.

*Sífilis: Enfermedad venérea.

*Azucarero: Recipiente para poner azúcar.

 

(continuará)

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