miércoles, 20 de mayo de 2009

Gracias a las redes de amor que se tejieron para él, pudo apropiarse de las estrategias que lo ayudaban a funcionar, no sin esfuerzo, para realizar hasta las cosas que a todos nos resultan muy simples.
Iván, “el niño de la memoria prestada” había tenido que madurar apresuradamente.
Contaba con unos trece años cuando dejamos de verlo. Serio, pero con sentido del humor. Resignado a su dolencia, pero no a bajar los brazos para salvar los obstáculos que se le proponían.
Iván, un ejemplo de vida. Alguien que a pesar de las adversidades en las que estuvo inmerso, era feliz y capaz de amar y recibir amor; y de tal forma que contagiaba esta energía que movilizó a los que lo conocimos a poner un plus a nuestras inercias. A esas que a todos alguna vez nos arrastran. Porque a todos alguna vez les oí decir:

“No puedo dejar de buscar las formas de aportarle algo desde mí, viendo el esfuerzo que hace y lo amoroso y agradecido que es”
Todos tuvimos algo para aprender de él.

“A estar agradecido por tu vida”.

FIN.

lunes, 18 de mayo de 2009

Estos cachetazos enseñan que los avances del siglo XXI aún no tienen respuestas para muchas cosas.

El ejército de profesionales que denodadamente trataban de asistirlo, chocaban con la impotencia de no encontrar respuestas.

 

Iván era un niño amado, querible y con una asombrosa claridad acerca del obstáculo que le presentaba su memoria, el que, aunque lo angustiaba por momentos, tenía absolutamente asumido como parte de su ser, y lo aceptaba sin más.

Como si heroicamente el niño, hubiese aprendido a confiar en los recuerdos prestados por otros. Y aceptaba estos como “reales”, sin encubrimientos.

 

Bondadoso como pocos.

El deterioro físico de su madre , y su pareja que actuaba como quien cumpliera su misión redentora de los pecados propios, no hacían mella en Iván a la hora de preocuparse por ella.

Con los recursos que le quedaban se ocupaba de cuidarla en todos los sentidos.

La atendía cuando quedaba sumida en el dolor físico, la ayudaba en su trabajo para procurarle un dinero y en medio de todo trataba de estudiar.

 

En la escuela también encontró un espacio de contención.

Los docentes y el equipo de psicopedagogos trabajaban con cariño en pos de su bienestar.

Pero Iván tenía asumido que este año pasaba y el otro no. Era algo así como parte de la rutina del sistema, que  pesar de ser atroz, tiene integrantes que dejan todo por un niño, sin preocuparse de sus salarios que no alcanzan para pagar las comunicaciones telefónicas, ni sus búsquedas de información en Internet, sin importarles las pérdidas económicas que implicaban éste acto de amor.

 

Con el transcurrir del tiempo, Sofía empeoraba.

Cada vez eran más intensos sus dolores, que la obligaban a quedarse en cama.

Entonces Iván estuvo propuesto a ayudarla.

Salía a vender sábanas y toallas por las casas del barrio. Le preparaba el té y acompañaba a su madre todo el tiempo que podía.

 

Iván cuidaba no sólo de su madre, sino a la que guardaba sus memorias…quizás para compensar la culpa que sentía por haberle transmitido la enfermedad que ella misma ignoraba tener al momento de concebirlo.

 

 

(continuará)

 

lunes, 11 de mayo de 2009

A pesar de haber recibido tratamiento, la pobre Sofía lo recibió tardíamente.
Pasó la mayor parte de su adolescencia en la casa de una “madre” que la alojó como a un animal enfermo; alimentándola de las sobras y sin contacto con nadie.

Finalmente fueron recibidos por el abuelo de Iván, quien se ocupó de que recibiera atención médica y viviese como un ser humano, sin embargo, tuvo que soportar los golpes y su nombre cambió de Sofía a “puta como tu madre”.

Como suele suceder, en medio de tanto horror, apareció Lucía.
Lucía era la pareja del abuelo.
Según Sofía, se adoptaron mutuamente como madre e hija.
Lucía fue todo lo que no había conocido de una madre, y se convirtió en la abuela de Iván.
Era quien intercedía entre la violencia de éste padre cruel y le brindó el amor que hace que todo pueda ser posible.
La “acompaño” para que pueda volver a vivir.

Iván conoce toda su historia.
A pesar de tener recuerdos vagos, flashes, imágenes difusas de lo momentos vividos, los tiene grabados en algún lugar de su disco rígido, como archivo oculto y los relata con lujo de detalles, aunque siempre aclara que todo le fue narrado, es decir, aclara que sus memorias son “prestadas”.
Resignado, aclaraba esto cada vez que transmitía algo acerca de sí.
Te podía contar una película completa, con lujo de detalles; sin embargo no recordaba haberla visto. Su relato era el que Sofía se ocupaba de contarle incluyendo los pormenores de la manera más vívida posible.
Ningún profesional podía dar cuenta del funcionamiento de ésta memoria que era incapaz de almacenar la vivencia propia.
Sin embargo, todos indagaron acerca del tema para poder ayudarlo a tener “memoria propia” y la ciencia no daba respuestas.
Orgánicamente no había motivos, la etiología: “secuela de Sífilis”.


(continuará).

sábado, 2 de mayo de 2009

EL NIÑO AL QUE LE PRESTABAN LA MEMORIA.

 

 

Él podía explicar lo que le sucedía con claridad; pero a pesar de los esfuerzos no podíamos darle respuestas que lo ayudasen con su problema.

A Iván lo abandonaba su memoria; minuto a minuto le jugaba esta mala pasada descaradamente.

Él podía recordar lo que le contaban pero no lo que entraba por sus ojos.

Encuentro tras encuentro sostenía su tierna mirada, que sin mencionar palabra hacía preguntas.

Transmitía una mezcla de resignación y desconcierto ya que su pensamiento le escondía los recuerdos y sólo podía sostenerse en la “memoria que le prestaban”.

Su madre se ocupaba de traducirle el mundo hacia el único sentido que le posibilitaba incorporarlo.

 

No podría decir aún hoy, si era consciente de lo difícil que fue su historia.

 

Producto de una relación ocasional de Verano en Tucumán*, ni siquiera la que lo trajo al mundo recordaba el rostro ni conocía el nombre del padre.

 

Se gestó oculto, como si su existencia fuese un hecho clandestino.

Nació con sífilis* y estuvo al borde de la muerte. Pero por algún motivo del karma, superó la adversidad del dolor físico y soportó todos los químicos que introdujeron en su pequeño e indefenso cuerpecito y sobrevivió.

Pasó los primeros tiempos de su vida durmiendo en el piso, que fue su única cuna, junto a su madre; también enferma, a quién le daban los alimentos en un azucarero* viejo porque temían al contagio.

 

 

A estas alturas de las circunstancias Sofía, su madre, ya mostraba los signos de su padecimiento incurable en un cuerpo dolorido y envejecido prematuramente.

Sin embargo, por esas vueltas de la vida, ella logró rehacer su vida de pareja y se unió a un “buen Samaritano”, practicante de no sé qué religión, con quien tuvo un par de hijos más.

 

*Tucumán: Provincia de la Argentina.

*Sífilis: Enfermedad venérea.

*Azucarero: Recipiente para poner azúcar.

 

(continuará)