domingo, 29 de marzo de 2009

Mis amigos, qué puedo decir, eso da para otro libro también; lo importante es que nos tenemos los unos a los otros, que nos hacemos el aguante; porque a todos nos pasan cosas. Algunos en la búsqueda del “amor”, otras esperando realizar su misión, realizando su arte, sus profesiones. Algunas comenzando a ser madres, otras en la dulce espera, gente común, como vos y yo, pero para mi gente súper especial, Fer querida, son los que me dan la mano y me sacan del pantano cuando me caigo.
Mi amigo del alma, veintinueve años juntos “Brother” y no podemos prescindir de nuestros Quintanazos*, donde nos colgamos en interminables charlas entre cafés y Stellitas*, Jorge Pizano, te adoro. Y no sabés la profunda sensación de felicidad que mi produce que hayas encontrado tu mitad, “María, enana loca”, sos su sol.




*Quintanazos: hace referencia a un restaurante llamado “la Quintana”
*Stellitas: Alusión a la cerveza Stella Artois


Se preguntarán si cumplí con todos los mandatos.
Si, lo hice. Fui esposa y madre.
También me gradué en la Universidad ¡I did it! Soy profesional, si si, Licenciada.
Se preguntarán si me importan los títulos, la verdad no creo; no me caso con ningún título, máxime cuando generalmente sirve para estar colgado en la pared, porque si bien me apasiona mi profesión en éste momento siento que no se pueden hacer las cosas bien, a mi modesto entender. Me cansé de tanta mierda, del lucro que se genera en torno de los desvalidos.
Trabajé durante siete años en un servicio comunitario, porque creo en esto de devolver a la comunidad algo de lo que algunos tuvimos la posibilidad de aprender gracias a ella, y fue muy gratificante.
Allí no gané dinero, pero me llevé lo mejor; el abrazo de muchas personas a las que les pude dar una mano, el lugar donde semana a semana asistían a ver a ésta que hizo lo que pudo desde su lugar como profesional y ser humano, y el recibir aún hoy el llamado de alguna madre agradecida después de tantos años para saludarme. Y a ellos les debo, lo mucho que aprendí mientras los acompañaba en sus dificultades, dolores y también alegrías.

Se preguntarán ¿qué va a hacer?
Realmente no lo sé.
Sólo se lo que no quiero, lo que no es poco decir. Por ahora soy una desocupada entre tantos otros, estoy elaborando las pérdidas, las heridas y sabe Dios qué más.
Me propuse ser feliz colegas, llegue al momento del balance y me animé a decir ¡no! Esto no es lo que había soñado, aún no es tarde.
Tengo que volver a empezar e cero, les advierto: el camino es difícil y doloroso, pero mientras haya camino seguiré andando en mi búsqueda.
Lo importante es que estoy rodeada de mucho amor, que es lo que importa, todo lo demás va y viene.

¿Soy rebuscada?
¡Si! Súper. Suelo presentarme como témpano inmutable ante el sexo opuesto, por las dudas.
Analizo casi todo, y bueno, no lo puedo evitar; pero solo o hago para prevenir inconvenientes. No soy una mina calculadora. El hecho está a la vista. Trato de analizar las situaciones en pos de mejorar, en pos del bien.
Para mi dar es recibir. Amo escuchar a la gente y sus cuitas, a los amigos de mis hijos. Les “presto la oreja”, tomo mates con Fernandino y tratamos de pensar juntos en las cuestiones que le preocupan, entra como torbellino a casa gritando “¡Madre! Vine a visitarte”. Converso con mi ucranianito favorito que está tratando de construir su identidad después del exilio, lejos de sus tierras, donde el odio entre las etnias hace que la muerte tenga una presencia muy importante en el día a día; y a pesar de todo entre tanto horror, una historia de amor hace que él haya venido al mundo. Vaya historia, de película; la escuche atónita 80 años después de sucedida en mi cocina de Temperley. Historia donde el amor sopesa al odio ¡Como lo “Quero”!
(continuará)

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