jueves, 3 de febrero de 2011

EL DOLOR AJENO


Cuando el dolor es ajeno, la tendencia es mantenerlo a distancia, como si fuese contagioso.
Pocos son los que logran empatía con el otro, los que se bancan abrazar al que sufre por alguna circunstancia, los que ponen una oreja a las historias que no quisiésemos que existieran, pero existen.
Es más fácil poner excusas y apartarse, generando la ilusión de que a nunca nos va a tocar estar en ese lugar, o poner distancia porque ya se tiene bastante con lo propio, y suponer que lo propio siempre es peor. Y si es peor porque es nuestro.
Si los seres humanos tomasen consciencia de que “una pena compartida es media pena”, y de lo importante que puede ser un hola aqui estoy! la serenidad que acarrea la presencia de un par, de uno que como vos que viene luchándola como todos lo hacemos, “la presencia”.
Se dice que no vinimos a este mundo para estar solos, si lo pensamos pragmáticamente , siempre necesitamos de otro, en las buenas y en las malas, si son buenas bienvenidas!
A los valientes que no huyen, a los que le ponen el hombro al amigo y al desconocido aun interrumpiendo su propio momento de bienestar para que el que la está sufriendo no se caiga, a esos que dan la mano aunque duela el apretón, a los que no se excusan tras discursos armados para el publico o para consuelo personal, a aquellos que no hacen una desmentida de sus miserias, aquellos que jalan la soga cuando alguien esta en el pozo aunque les queme la piel, a todos aquellos que honran la vida con el coraje de sostenerle el alma al que esta solo, salud! Y la cosecha devendrá prosperidad y afecto cuando lo necesiten. Tal vez no de la misma persona que acompañaron en otro momento, pero si de otros, del menos esperado, porque somos muchos los que no nos escondemos cuando las papas pelan, los demás, los que la esquivan, también se darán cuanta aunque tarde que hay un ejercito de personas que no viven mirando su propio trasero y paradójicamente a esos también les llegará el compromiso de no abandonar a los que nos rodean y les daremos la mano y la soga , la oreja y el pañuelo para que llore, y acompañaremos su tramo pantanoso hasta que puedan pisar nuevamente tierra firme.
Paz .Lera.