domingo, 25 de enero de 2009

Esto me recuerda un hito en nuestra historia y la memoria no me ayuda, wait for me.
Nuestro país* dio un paso de avanzada en materia legal “la gente finalmente podía divorciarse y volver a casarse”, ahora que cuento con Google puedo ser exacta: esto entró en vigencia el 3 de Junio de 1987 y 356.000 parejas ¡lo hicieron!

No es que me alegre el hecho per se, pero ahora puede decirse que no se debe sostener un “como si” porque lo dice “la ley”.*

Por eso me casé tranquilamente, porque ese fue el año en que “I did it”, sisi. Vestida de blanco disfraz, muy lejos de lo soñado (fiesta, luna de miel fuera del ispa y casa propia) y con bombo incluido dije “sí, quiero” con el saber inconsciente de que ese si era reversible.

Quizás los más jóvenes no lo sepan, pero no siempre el orden social fue como ustedes lo conocieron.
Muchas, miles de personas se veían compelidas a convivir con una persona por una legalidad que prohibía rehacer sus vidas amorosas, al menos dentro de un marco legal, sumada la presión social concomitante que conllevaba, como por ejemplo hijos extramatrimoniales (así se les llamaba), mentiras etc.
Con esto no quiero decir que haya que casarse, pero tratemos de pensar en otro contexto histórico social, donde esto era casi impensable y donde la mirada sentenciante del otro hacia que muchas familias sufran.
Tampoco es propaganda pro divorcio, estoy tratando de hablar de libertad de elección, de algo que existió, existe y punto.

No os entusiasméis, no es tan fácil acceder a este tramite, y es muy probable que te quedes como Eva after that, en bolas, con una hojita de parra y con más responsabilidades que antes (por ejemplo hijos), y por supuesto más vieja, más histérica y con sueños más infantiles que los anteriores, y bueno, todo tiene sus contras, nada es gratis people!
Ah! Pensaban que era tan fácil. Bueno, no lo es.
A la euforia inicial de “mujer libérate”, a la inconmensurable alegría de sacar de tu vida a ese que querías ejectar de la cama, que se estampe contra el techo y al caer quede estaqueado en tu cornamenta que para ese entonces, en algunos casos suele ser similar a la de un ciervo viejo, le sucede la batalla pro el “poder”.

* República Argentina.
*Ley de divorcio en Argentina.

(continuará)

martes, 20 de enero de 2009

A las niñas de mi generación nos hicieron creer que estaba todo casi predeterminado; todo era éxito, no había de qué preocuparse. El tiempo traía todo lo bueno y sólo había que ser una “buena ama de casa”, nada más… y nada menos. Para eso se ocuparon de regalarnos jueguitos de cocina, escobas de juguete ,etc.

Por supuesto, todo iba a ser muy similar a la casa de los Ingalls. Joder! Si era una casita de juguete!, en donde todos los pibes dormían en la misma cama, el dormitorio de los padres no tenía una fucking puerta, y mamá caminaba feliz kilómetros y kilómetros cargando los huevos!Laurita lloraba porque era fea como ella sola (pero inteligente como Lisa Simpson), y pensaba diariamente cómo se podía meter la inteligencia en el culo, porque todos los ojos estaban puestos en su hermana linda y en su archi enemiga ricachona.

Claro que a la hermana linda, a modo de equiparar, la dejaron ciega los últimos capítulos, porque, bueno che, un poco de castigo para las lindas tiene que haber. Como para que sea más adecuado, no pudo desarrollarse como maestra, sino que pasó a depender de su amado esposo hasta para que le muestre el camino al toilette.
Imagínense, linda y exitosa era un mal ejemplo para la época. Las lindas tenían que postularse para conejitas de Playboy, mirá si dejaba de ser la señora pensante y rompía las reglas de la casita de la pradera.Sé que soy demasiado irónica pero lo que consumimos en los medios no esta planeado de tal forma inocentemente.


Bien, prosigamos, no es un manifiesto feminista.A pesar de todo debo hacer un mea culpa y reconocer que ”yo también soy machista”.Al parecer el mandato está profundamente estructurado. Y además, seamos sinceras, son verdaderamente hermosos, “el mal necesario”.Mujeres: “el fantasma del príncipe azul nos acecha”, y lo lindo que es.No digo que no existan, colegas, que no decaiga, para algunas hay. Además “todo depende del color del cristal con que se mire” y a veces nos enamoramos y nos llevamos el príncipe que se transforma en sapo. Pero calma, todo tiene remedio.

(continuará)

domingo, 11 de enero de 2009

Historias de un siglo a otro (apto para todo género)

Tengo 42 años, 9 meses y 4 días.
Hace un calor irrespirable este Noviembre; pero lo prefiero al invierno que parece que con sus grises, le agrega tristeza al bajón infinito.
Peso 47 Kg. Puchos; 40 por día! Batí el record. Sabrán porque no he dejado, la razón es una excusa de esas que usamos los fumadores para no dejar al compañero de toda una vida, ese que te va matando lentamente con su presencia; pero que a la vez te desespera que no esté.
Esperanzada, sentencié: ”El día que alguien se enamore de mí y yo de él, dejo”. Y siguen pasando los años, los días y las horas, y siento que me voy a morir con el pucho en la boca.

Todo empezó a los catorce años, cuando moría por probarlo. En esa época las mujeres “modernas” fumaban, usaban mini shorts con botas de caña alta y sombra de color chillón en los ojos, por supuesto con tupidas pestañas postizas. Pero, perdón… estoy mezclando las épocas, eso fue antes.

Allá por los ´70, jugaba a la mamá. Tenía toda mi casita armada en el lavadero de la terraza, que por cierto era enorme y no se usaba para tales fines.
Mi atuendo a la hora del juego incluía zapatos de tacos de mi madre, desavillés de vual blancos largos y semi translúcidos (mirá, ahora que lo pienso se parecían más a un traje de novia)
Mi casa tenía todo, al menos todo los que una casita de jugar tiene, principalmente “teléfono”, por el que hablaba durante horas con mis amigas imaginarias, mientras fumaba fibras “Silvapen” y me servía unos whiskys, parloteando como lorito barraquero por la terraza.

Unos chicos del edifico vecino se asomaban a la ventana y me gritaban ”¡loca de verano!” ¡Ja! No estaban tan equivocados.

En esa época no existían; pero yo lo había transformado en inalámbrico, he de decir que fui toda una precursora.
Por supuesto esto viene a cuento de que no se diferenció mucho de lo que sería a futuro, sacando el whisky que luego fue generalmente cerveza.

Cervecita que sabe más rica si la tomás del pico del porrón o de la lata.
Como verán me volví menos sofisticada; pero todos lo hicimos de una forma u otra.
Aquel modelo setentoso que nos inculcaba la caja boba, se fue revelando más allá de fumar en público. Mucho más allá.
A veces pienso que nos fuimos a la mierda; pero bueno, eso viene con las revoluciones; con el tiempo sobrevendrá alguna clase de equilibrio.



(continuará)